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La fascinante historia de Judy Estrin, la ingeniera que ayudó a crear Internet

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En 1975, cuando dos veinteañeros llamados Steve aún no habían creado Apple, una joven empezaba a trabajar a las tres de la madrugada en el Laboratorio de Investigación de Ingeniería de la Universidad de Stanford delante de unos cuantos miniordenadores. Judy Estrin, la única mujer de aquel laboratorio, tenía que esperar a que una impresora comenzara a hacer ruido. Era la encargada de comprobar que la información llegara hasta Londres gracias a la familia de protocolos que acabarían rigiendo internet.

“Formé parte del equipo de investigación liderado por Vint Cerf que desarrolló el protocolo TCP”, explica Judy Estrin. “En el momento en el que me uní, la especificación estaba escrita y fui responsable de trabajar probando las implementaciones iniciales con investigadores del University College de Londres y [la compañía] BBN”.

Su trabajo mano a mano con el padre de internet solo fue el principio de la prometedora carrera de esta emprendedora que ha trabajado en las bambalinas de la red. Informática y matemática, su impresionante carrera vino precedida por la sorprendente trayectoria de sus padres que, antes que ella, ya conocían a aquel pionero.

Su padre, Gerald, que había trabajado con el matemático John Von Neumann, también era profesor de la UCLA, donde ayudó a fundar el departamento de informática. Allí conoció al joven Vint Cerf, del que llegó a ser no solo su director de tesis doctoral, sino también un padre para él después de que falleciera el suyo. “Amigo de la familia”, según le define Judy, fue su colega y el de su hermana pequeña, Deborah, actualmente profesora de Informática en la Universidad de Cornwell. “Todo está conectado con todo, lo que es una buena señal de interconexión, imagino”, afirmaba con humor Vint Cerf hace unos años en referencia a cómo su vida había estado ligada a los Estrin.

La hija mediana de la familia (la mayor, Margo, es doctora) realizó entrevistas de trabajo en las grandes compañías informáticas de la época: HP, Intel o Xerox Parc. Sin embargo, se decantó por una pequeña 'startup', Zilog, dedicada a los microprocesadores, cuando todavía nadie le había hablado del emprendimiento. El cofundador de Zilog era el mismísimo Federico Faggin, que había diseñado el Intel 4004, el primer microprocesador comercial de la historia.

“Me uní a Zilog porque alguien a quien respetaba me dijo que algunas de las personas más inteligentes que conocía trabajaban allí y resultó ser verdad”, rememora Estrin. “Fue un increíble lugar para trabajar y un buen sitio para empezar mi carrera estando expuesta a un montón de retos técnicos y de negocio”.

Fue en Zilog donde conoció a su ahora exmarido, Bill Carrico, con el que ha cofundado varias compañías exitosas a lo largo de su vida. “Siempre me encantaron los aspectos técnicos de mi trabajo, pero descubrí que me gustaba demasiado relacionarme con gente como para centrarme solo en la programación”, señala esta emprendedora.

Estrin y Carrico abandonaron Zilog para fundar Bridge Communications en 1981. Judy era responsable de la parte de ingeniería y la planificación general de la empresa, mientras que Bill asumía el puesto de CEO. La compañía fue una de las primeras en comercializar dispositivos de red en Silicon Valley, si bien al principio les costó encontrar inversores que confiaran en su idea.

“En Bridge ayudamos a crear y a hacer crecer el mercado de redes de área local y Ethernet, el trabajo a través de internet y también vendimos el primer ‘router’ comercial”, detalla Estrin. “En general fue una experiencia maravillosa”.

Bridge Communications salió a bolsa en 1985 y llegó a contar con 450 empleados. Al poco tiempo se fusionó con 3Com, que comenzó fabricando adaptadores de red Ethernet. Ella continuaría siendo la vicepresidenta ejecutiva y directora general de la división de Bridge. Pese a ello, la empresa se centró más en crear sistemas informáticos que en desarrollar tecnología de comunicaciones como la pareja deseaba.

“Cisco había empezado pocos años antes, y como 3Com se centraba menos en el negocio tradicional de Bridge, los clientes de Bridge empezaron a ver a Cisco como una alternativa viable. Eso ayudó al negocio de Cisco en aquel momento, cuando eran pequeños y se estaban enfocando a crear un volumen importante”, señala Judy Estrin. “Meses después de que abandonara 3Com, Sandy [Lerner, la cofundadora de Cisco] me dio las gracias, haciéndome saber que eso había ayudado al negocio de Cisco”.

La propia Estrin confesó hace unos años que se equivocaron fusionándose con 3Com: deberían haber comprado en su lugar la compañía de Lerner antes de que se convirtiera en un imperio. Pese a ello, la pareja siguió su rumbo emprendedor. Estrin se convirtió en cofundadora primero y CEO después de la exitosa Network Computing Devices, que también salió a bolsa, y de Precept Software, una compañía centrada en desarrollar la tecnología que permitiera enviar vídeos y audios a un gran número de ordenadores. Cisco la acabó comprando.

“Desde un resultado financiero estricto, Precept tuvo la mejor rentabilidad financiera [de todas sus 'startups'], en parte porque, después de la adquisición por parte de Cisco, las acciones de Cisco continuaron subiendo”, defiende Estrin.

Judy asumió el cargo de CTO (Chief Technical Officer) de Cisco, que contaba ya entonces con 18.000 trabajadores. Eran el doble cuando se marchó en el año 2000, en pleno estallido de la burbuja de las puntocom. “Después de dos años, me di cuenta de que quería volver a dirigir mi propia compañía”, nos cuenta Estrin.

Además, lleva años al frente de JLabs (nos lo define como el “Laboratorio de Judy”) con el fin de asesorar y dar ponencias sobre innovación. Tras entrevistar a 100 científicos, ingenieros, emprendedores, inversores, investigadores y profesores que habían jugado un papel importante en Estados Unidos, escribió 'Closing the innovation gap' (Cerrando la brecha de innovación).

“Hay un montón de innovación, pero me preocupa que mucha parte sea gradual y muchos emprendedores e inversores no tengan más paciencia para centrarse en los problemas y los mercados que lleva más tiempo desarrollar pero que son realmente importantes”, opina Estrin.

Junto a su ya fallecida madre y a su hermana Deborah, Judy ocupa un lugar en el Salón de la Fama de las Mujeres en Tecnología. La falta de diversidad racial y de género en las empresas tecnológicas es precisamente otro de los problemas que le sigue preocupando, ya que considera que los esfuerzos en la materia “son insuficientes”. “La diversidad es importante por razones sociales, pero también es importante para el éxito de las propias compañías”, considera. “Estoy contenta de que haya un montón de debate sobre ello, pero este es un problema muy grande”.

Siguiendo con la tradición, Judy ha influido en la siguiente generación de su familia. Hace unos años, ayudó a que su hijo, David Carrico, fundara Evntlive, una compañía para ofrecer conciertos en 'streaming' de la que fue CEO y que Yahoo compró

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