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La auto-corrección de textos surgió para ayudar a China

 

caldwell

Una de las primeras características que nos asombraron cuando comenzamos a utilizar los teléfonos celulares fue la auto-corrección del textos, esa que nos permitía enviar mensajes en los viejos Nokia 1100 corrigiéndonos las palabras mal tipeadas por el diminutivo tamaño de las teclas.

Sin embargo, la historia de esta innovación tiene un origen poco conocido relacionado con la necesidad que sintió su inventor, Samuel Caldwell, de "darle una mano" a la atrasada China de los años 50´. Sucede que por aquella época el país asiático estaba lejos de ser la potencia tecnológica actual y su progreso tecnológico también se dificultaba por su original sistema de escritura basado en pictogramas.

Fue entonces cuando Caldwell, un ingeniero eléctrico norteamericano, concibió una máquina llama "Sinotipo" como un medio para ayudar al entendimiento de esta nación atrasada. Cuando presentó su prototipo, el ejército destinó fondos para su desarrollo porque vio en ella una ayuda para comunicarse con el país de Mao.

Pero había un gran problema que resolver: Caldwell no sabía una palabra de chino. Entonces recurrió a un profesor de Hardvard de esa nacionalidad llamado Lien Sheng Yang para estudiar los trazos que formaban el alfabeto foráneo. Fue así que descubrió que luego de 5 o 6 trazos un algoritmo podría llegar a predecir qué pictograma se intentaba dibujar.

De esta manera Caldwell vio como su sueño comenzaba a hacerse realidad y junto a Yang recrearon un vocabulario de 22 trazos para formar 2000 palabras (22 es el número de teclas de un teclado occidental). Aunque el invento fue anunciado en 1959, la administración del por entonces presidente Einsehower le restó importancia por el riesgo que fuese una verguenza internacional.

En 1960 Caldwell falleció convencido del fracaso de su invento, pero la máquina fue renombrada posteriormente como "Chi-Coder" y "Sinotipo II". Afortunadamente -o desgraciadamente- a alguien se le ocurrió que aquel invento podría ser aplicado en el vocabulario occidental y así surgió la función "autocompletar", prima de la vieja "autocorrección".

¿Y si aprovechamos los algoritmos informáticos para organizar mejor las tareas cotidianas?

algoritmos


"Ok: tengo 10 pares de medias aquí mezcladas", dice Jordan Dunbar informando desde... su habitación, frente al cajón en el que las guarda.

Su desafío: organizarlas.

"La primera que encuentro es una media negra larga con talón azul. La segunda, larga, negra... y ya. No es su par, así que vuelve al cajón".

El tiempo pasa...
"Ahora, una media negra, con talón rojo ¡y un hueco! Tampoco. Al cajón".
...nos vamos haciendo viejos...

"Siguiente: negra, larga y con talón verde. El diseño es similar, pero no es el par... ¡desesperante!".

Juntar medias, organizar libros... y el tiempo se nos escurre por entre los dedos.

¿Habrá una forma eficaz de hacerlo?

Le pedimos auxilio a Brian Christian, filósofo, escritor e informático teórico, pues es el coautor de "Algoritmos para vivir: la teoría informática de las decisiones humanas", en el que argumenta que la informática puede ayudarnos a manejar situaciones cotidianas de una manera eficiente y lógica.

"Es una disciplina que constantemente se pregunta cómo tomar decisiones eficientes y encontrar procesos que son optimizados para resolver problemas con los que nos encontramos en la vida".

Volvamos a Dumbar, quien decidió escoger una media e ir sacando otras, una por una, hasta encontrar el par.

Ese método es un algoritmo, es decir, una suerte de receta, un proceso paso a paso.

Desafortunadamente, su algoritmo no es muy bueno.

Si tuviera sólo dos pares de medias, no estaría mal, pero cada par más que esté en el cajón dificulta la tarea por dos razones.

  • Tienes que aparear más medias
  • El par de cada una de esas medias está escondido en un montón más grande

Así que juntar dos pares tomaría en promedio cuatro veces más tiempo que un sólo par. Cinco pares tomaría 25 veces más tiempo. 100 pares tomaría 10.000 veces más tiempo, lo que sería grave, pero no tanto como el hecho de que tienes tantos pares de medias.

Tiene que haber una mejor forma de hacerlo

"El algoritmo que podría funcionar en este ejemplo es el que se llama radix sort", dice Brian Christian.
"La idea básica del radix sort es que hay que crear categorías basadas en alguna propiedad de -en este caso- las medias".

Empezaríamos separando todas las medias en grupos del mismo color, por ejemplo.
"Luego, dentro de esos grupos -o casilleros, buckets o bins como les llaman los informáticos- las separas de acuerdo a otra propiedad. Longitud, por ejemplo".

"Una de las maneras en las que más puedes avanzar cuando tienes un problema es haciéndolo menor; al dividir esas medias en grupos más pequeños se vuelve más manejable", explica Christian.

Dumbar, entretanto, ha estado siguiendo sus instrucciones.
"Las blancas y las negras; las cortas y las largas entre las blancas y las negras; y los pares. ¡Así es mucho más fácil! ¡Soy un hombre nuevo!", exclama.

Claro que hay un método muchísimo más eficiente, descubierto por nuestros ancestros: comprarse todas las medias del mismo color, material y tamaño.

Ahora, los libros

Dumbar, entusiasmado, quiere ahora organizar sus libros. Aunque como lo de los colores y los tamaños en este caso no parece muy acertado, opta por su método tradicional.

"Usemos los nombres de los autores: Rowling, J.K... García Márquez, Gabriel -este primero y el de ella después-; Mann, Tomás -adelante de García Márquez-; Descartes, René -antes de todos-... ¡voy bien!".

Y sí, todo irá bien si sólo tiene ocho o diez libros, pero esa es precisamente la forma más inadecuada de hacer esa tarea: revisando cada vecino de un elemento y moviéndolos si están en el orden equivocado. El nombre de ese algoritmo es ordenamiento de burbuja, y es muy ineficiente si tienes una biblioteca respetable.

¿Qué sugiere Christian?

"El algoritmo indicado es uno que se llama ordenamiento de mezcla, que de hecho era considerado tan valioso que fue un alto secreto de la inteligencia militar de EE.UU. durante muchos años".

Como fue desclasificado, déjanos contarte el secreto:

Primero, crea muchas torres de dos libros cada una, en orden alfabético.

Luego, junta cada torre con la vecina, de manera que cada una de las nuevas torres tengan cuatro libros en orden alfabético.
Hazlo otra vez y otra y otra y otra hasta que tengas una sola fila de libros (la torre seguro colapsó en algún momento), ordenada alfabéticamente.

Es rápido y, si tienes amigos que te ayuden, cada uno puede encargarse de una esquina del problema o, en este caso, de un grupo de libros.

"Este algoritmo quizás no revele su verdadero poder a escala doméstica, pero imagínate que eres la oficina de censos y tienes que organizar 100 millones de tarjetas de censo. Resulta que si te vales de ese algoritmo, sólo son necesarios 29 pasos", señala Christian. Impresionante, pero es que...

A veces ser tan organizado no es tan maravilloso.

En algunos casos, uno se pregunta si vale la pena gastar tiempo poniendo todo en su lugar.

Brian Christian concuerda. Y nos revela la manera en la que los expertos formulan esa misma pregunta, para que la uses la próxima vez que tengas que tender la cama.

"Para un teórico de informática, sólo hay una razón válida para ordenar las cosas: poder encontrarlas más rápido cuando las necesites", indica.

"Eso significa que puedes hacerte una pregunta muy clara: ¿será que el tiempo que me ahorraré en búsquedas en el futuro justifica el tiempo que voy a invertir organizando?".

"El email es un buen ejemplo. Arrastrar manualmente tus emails para meterlos en folders marcados es una tarea sin fin en un sistema en el que buscarlos y encontrarlos es muy rápido".

"Como en ese, en muchos casos, la respuesta es: no".

Ahí está: un poderoso argumento respaldado científicamente para dejar todo desordenado.

Fuente: BBC

¿Qué lecciones podemos aprender de la caída de "Kodak"?

kodak

Si retrocediéramos un par de décadas en el tiempo para comprar una cámara: no sería extraño que ésta, su rollo y finalmente la fotografía fueran provistos por el mismo proveedor: Kodak. La famosa empresa fundada en 1888 y que por largo tiempo fue una de las marcas más valiosas de EE.UU.

Conocer el auge y caída de Kodak es una excelente forma de comprender lo difícil que es mantener un gran negocio en este mundo de cambios vertiginosos, donde es usual ver caer a gigantes de la industria. El caso de Kodak es ejemplificador: en sus laboratorios nació la primera cámara digital (1975) y comenzaron a lanzar sus primeras cámaras digitales al mercado en la década de los noventa. Fueron advertidos con al menos 10 años de antelación de la relevancia que tendría la fotografía digital y aún así se hundieron. El año 2012, Kodak se declaró en bancarrota.

La historia de Kodak es fascinante: su fundador George Eastman se había mudado a la ciudad junto a su familia, luego de la muerte de su padre, quien era un hombre de negocios. La fortuna se desvaneció, por lo que pasaron de una gran prosperidad económica, a una vida modesta en la que con solo 14 años George, tuvo que dejar los estudios y trabajar.

A sus 24 años, George compró una cámara con el fin de registrar sus vacaciones, pero no fue capaz si quiera de tomar una fotografía. No era nada de fácil utilizar una cámara en aquellos tiempos, por lo que tuvo que pagar a un fotógrafo por clases particulares. Así comenzó a adentrarse al mundo de la fotografía, dedicando tiempo a ello luego de salir de su trabajo en un banco, experimentando hasta altas horas de la noche.

Mientras el foco de los fabricantes estaba en cámaras, había algo que todos necesitaban y en lo que él vio la oportunidad: las películas. Le esperaba un prometedor futuro como banquero, sin embargo, decidió renunciar a su trabajo para dedicarse con todo a su pasión: hacer la fotografía accesible a las masas.

El negocio se basaba principalmente en la venta de rollos y suministros para imprimir las fotografías. Vendían sus cámaras a precios muy bajos, obteniendo márgenes mínimos. Luego ganaban dinero cuando la gente tomaba e imprimía las fotos.

Kodak era esplendorosa a inicios de los noventa, llegando a tener más de 140.000 empleados a lo largo del mundo y suculentas ganancias. Se trataba de una empresa altamente innovadora y exitosa,era muy difícil imaginar su caída, pero el inicio de su “fin”, nació en sus propios laboratorios, con la primera cámara digital.

Aferrarse a lo que les dio muy buenos resultados en el pasado, se convirtió en un lastre para Kodak: querían a toda costa incentivar a la gente a imprimir las fotografías, pero las reglas del juego habían cambiado: lo análogo estaba destinado a ser desplazado por lo digital, y las imágenes físicas por las virtuales.

Hoy, Kodak está lejos de ser puntero en el mundo de la fotografía, aunque sigue siendo una marca presente en cámaras y revelado digital, y últimamente ha logrado fortalecer su valor en el público masivo, con la nueva tendencia de la impresión de fotos (bastante vintage). También ha querido subirse a la ola de los smartphones y las GoPro, buscando posicionarse también en las nuevas tecnologías, sin lograr destacar demasiado. ¿Qué nos deja toda su línea de tiempo?

3 lecciones que nos deja esta historia

Hay tres cosas que podemos aprender tras esta interesante evolución (¿o involución?) de Kodak.

1. Hay que pensar "fuera de la caja”

Más que una frase cliché, hace una diferencia entre el que detecta la oportunidad y el que no. Cuestionar el orden actual de las cosas, fue lo que llevó a George Eastman a revolucionar la fotografía; él no sólo comprendió el estado actual, sino dónde hasta dónde se podría llegar. Pero la evolución no se detiene y sus más grandes saltos, serán impulsados por este tipo de pensadores. Eso mismo es lo que le faltó a Kodak para evitar hundirse.

2. No descuidar nunca a la competencia ni el "clima social"

Es otro consejo que hemos visto, pero que no deja de ser cierto , ¿qué habría ocurrido si Kodak hubiese realizado una lectura más acertada de su competencia? ¿Qué hacía que la gente ya no imprimiese sus fotos? Indudablemente algo estaba ocurriendo en su entorno y alguien se estaba beneficiando: sus nuevos competidores, que tal vez ya ni siquiera eran solo los fabricantes de cámaras; sino que también las redes sociales y las nuevas formas de compartir lo que alguna vez fueron “momentos Kodak”. Hay que tener un ojo mirando al lado.

3. La rapidez de adaptación

La capacidad de adaptarse no se suple por la experiencia y en el mundo de hoy, no sólo la requieren las empresas, sino toda organización y persona.La experiencia por si sola nos puede jugar una mala pasada, si es que no se acompaña de una lectura acertada de lo que está pasando en nuestro entorno. Kodak tenía experiencia, recursos y prestigio. No fue suficiente, ya no lo es y no sabemos si en 20 años más, las grandes marcas de hoy seguirán liderando el mercado. Todo está cambiando muy rápido y es más que seguro, que haya otro Kodak en la habitación. Por el momento nosotros, podemos aprender de sus fascinantes historias.

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